n la semana que los caminos de Lionel Messi y Paris Saint Germain apuntaron a una bifurcación, el rosarino fue fundamental dentro de la cancha, con un gol y una asistencia, para que el equipo retomara el rumbo hacia el título de la Ligue 1. Tras dos derrotas consecutivas, que habían achicado considerablemente su margen de cómodo puntero, PSG se apoyó en la clase de Messi, varias atajadas de Gianluigi Donnarumma y una cuota de fortuna en el triunfo 2-0 de visitante sobre Niza, que traía un invicto de 14 encuentros por competencias oficiales.
“Queríamos mostrar otra cara, solidaridad, hablamos mucho esta semana, creo que ha funcionado. Ganar sienta bien, fuimos más colectivos y eso era muy importante”, fue el balance del capitán Marquinhos sobre un equipo que arrancó mal este año -hasta el Mundial de Qatar estaba invicto en todas las competencias- y colapsó a partir de la eliminación ante Bayern Munich por la Champions League.
El cuestionado entrenador Christophe Galtier, a quien ni el título de la Ligue 1 le alcanzaría para conservar el puesto, reconoció las dificultades por las que pasó su equipo y las urgencias del momento: “No fue el mejor partido de la temporada, pero necesitábamos esos tres puntos”. PSG salió vivo de un asedio de 21 remates y siete tapadas de Donnarumma, más de una decisiva. Y la suerte le tendió una mano al líder, con el partido 1-0: una pelota dio en el travesaño, un poste y al picar sobre la línea del arco solo una ínfima parte no llegó a traspasarla para que fuera gol. Un verdadero milagro.
En correspondencia con los inauditos silbidos que se escuchan en el Parque de los Príncipes, Paris Saint Germain incurrió en un desplante institucional hacia Messi en la visita a la Costa Azul francesa. No pasó inadvertido que en las redes sociales del club se omitiera la figura del rosarino entre los cinco jugadores elegidos para promocionar el partido en Niza. En la edición fotográfica aparecen Kylian Mbappé, Marquinhos, Zaire-Emery (17 años), Sergio Ramos y Donnarumm
Más que sugestiva la exclusión de Messi. Quizá fue un mensaje a futuro, aunque en este momento su presencia sea más que imprescindible para evitar que el equipo termine de descarrilar. El último martes, L’Equipe informó que el curso de los acontecimientos está llevando a un divorcio entre el club y Messi al final de la temporada.
La oferta a la baja para la renovación del contrato, con una reducción de una cuarta parte de los 40 millones de euros brutos que cobra actualmente por año, no satisface las exigencias de Jorge, padre de Messi. PSG priorizaría reducir la elevada masa salarial de su actual plantel para cumplir con el Fair Play financiero y que le quede margen para mejorar su errática política de incorporaciones en las últimas dos ventanas del mercado de pases.
En el horizonte aparecen algunos movimientos de aproximación de Barcelona, tanto de su dirigencia como de los hinchas, para intentar un regreso. Por ahora son señales más emotivas y sentimentales que fácticas, debido a las cuentas en rojo de los catalanes.
En un equipo con deficiencias colectivas y serios desniveles para mantener un partido bajo control, Messi y Donnarumma fueron las individualidades que rescataron a PSG. Leo, en la doble punta que integró con Mbappé, se ubicó sobre la derecha, donde el stopper brasileño Dante trataba de cerrarle el camino, ayudado con el retroceso de Bard.
Sostenido en su sabiduría para leer cada jugada y descubrir espacios, Messi fue más influyente que Mbappé. A los dos minutos ya había sacado un remate desde fuera del área que salió junto a un poste. Volvió a intentarlo los 10, con un disparo centrado, controlado por el arquero Kasper Schmeichel.
Sin el lesionado Marco Verratti, a PSG se le cayó prematuramente su reemplazante, Renato Sanches, sustituido a los 9 minutos por Fabián Ruiz a causa de una molestia muscular. Los recurrentes problemas físicos -Neymar es baja definitiva desde febrero- complicaron aun más la temporada de PSG.
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