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Después de haber participado del gol que abrió el encuentro, Luis Advíncula buscó rechazar una pelota junto al lateral, pisó mal, se le movió la rodilla izquierda y quedó tendido sobre el césped de La Bombonera. Corrían 29 minutos del segundo tiempo, Boca Juniors acababa de quemar su última ventana de cambios con la salida del también lesionado Miguel Merentiel (entró Luis Vázquez) y, ante la escena, Jorge Almirón se tomó la cabeza.
El Xeneize le ganaba 1-0 a Colo Colo por el Grupo F de la Copa Libertadores, el peruano, de 33 años, probó volver, pero el dolor lo vencía. Miró al cielo, vociferó insultos, mientras sólo hacía sombra y rengueaba. Observó al banco y el DT le hizo una seña inequívoca: no quedaban cambios. Sin pronunciar una palabra, le pidió un esfuerzo. Los ojos del ex Newell’s se llenaron de lágrimas. En ese momento, no intuyó que ya se había convertido en el muchacho de la película. Su noche épica ingresaba en el clímax.
Porque luego de varios minutos en shock, en los que se fue del partido y en una distracción el Cacique casi logra la igualdad, Advíncula tomó coraje. Se olvidó de la lesión tanto cuanto pudo y corrió como si no hubiera un mañana. Y cada una de sus intervenciones fue premiada por el público, que lo ovacionó en continuado con un cariñoso “Negrooo, Negrooo”.
Las dos top ocurrieron a los 88 y 89 minutos, cuando la visita apretó. Dos veces cerró, jugándose el físico ya maltrecho, con lo justo, para provocar la catarata de de aplausos. Aun tocado, también se proyectó en ataque, cubrió el balón para hacer pasar el tiempo, celebró con fiereza cuando el árbitro Anderson Daronco decretó el final. En el balance, ganó 10 de los 11 duelos que enfrentó en el encuentro. El triunfo depositó al Xeneize en los octavos de final. El esfuerzo valió la pena. Ahí, sí, pudo darse el lujo de enfocarse en su lesión, que seguramente deberá pasar por algún estudio para que el cuerpo médico determine el diagnóstico.
“A Luis hay que felicitarlo”, dijo Marcelo Weigandt, autor del gol, al finalizar el cotejo, como prueba del reconocimiento de sus compañeros. En un partido que dejó varias lesiones en una enfermería atestada (la citada de Merentiel, la de Langoni a los 12 minutos de partido y también Frank Fabra terminó con molestias que no lo dejaron desplazarse con normalidad), Advíncula tendió sus botines en función del equipo a pesar de sus problemas físicos. Y la épica ratificó su condición de futbolista con un lugar en el corazón de los hinchas del Xeneize.
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