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José Luis Silva, un hombre que sufrió una trombosis por la que debieron amputarle las piernas. Su hija denunció que desde la clínica le reclamaron que fuera a retirarlas porque no contaban con el servicio de deposición de residuos patogénicos.
El hecho ocurrió en San Nicolás y mientras su comunidad todavía estaba conmocionada por lo ocurrido, este viernes al mediodía tuvo lugar un acontecimiento aberrante: un perro encontró restos de piernas humanas incineradas en un basural del Barrio Plastiveral, situado sobre la calle 7 de septiembre entre Brown y Mortero, y los llevó hasta el jardín de un domicilio cercano.
El dueño de la casa, al observar el macabro hallazgo, hizo inmediatamente la denuncia y el caso quedó en manos del titular de la UFI N°6, fiscal Martín Mariezcurrena; quien no descarta que las extremidades pertenezcan a Silva y mandó a realizar el ADN correspondiente a La Plata.
De acuerdo al relato de los testigos, en ese lugar había infinidad de residuos patológicos y parte de una pierna humana (la otra ya había sido desplazada por el perro) en estado de descomposición, ampollas de medicamentos, jeringas, gasas y otros elementos para curaciones de pacientes.
Pero lo más sorprendente de todo es que ese mismo día, alrededor de las 17 horas, un empleado de la Clínica San Nicolás se presentó ante la Comisaría Primera para denunciar el robo de las dos piernas que le habían imputado a Silva que estaban guardadas en un depósito para luego ser desechadas.
El doctor Roberto Fernández Viña, director de la Clínica San Nicolás, confirmó que los delincuentes no solo se llevaron la caja donde estaban las piernas de Silva sino también dos televisores, un caja con frascos para mandar a hacer las biopsias y una silla de ruedas, que aparentemente usaron para cargar y llevarse las cosas.
“Cuando apareció la denuncia de que habían encontrado unas piernas en un basural, mandé a uno de los empleados a revistar a la morgue y comprobamos que faltaba la caja donde habíamos guardado las piernas de Silva. Los tipos se pensaron que habría algo de valor allí porque estaba sellada y precintada”, señaló. Y agregó: “Se ve que los delincuentes se asustaron al ver las piernas, las tiraron en un descampado y las quemaron para borrar rastros”.
Además, Fernández Viña confirmó que eran las únicas extremidades que estaban en el depósito ya que no habían realizado ninguna otra amputación. “Ya sabemos de quiénes son. Brindé testimonio en fiscalía para aclarar todo”. Ahora, el fiscal Mariezcurrena deberá esperar a los resultados del ADN para corroborar los dichos del médico e investigar si el centro de salud cometió alguna irregularidad.
Al ser consultado acerca de por qué aún conservaban las piernas en la clínica, un mes después de la cirugía, el médico aclaró: “Mi abogado me dijo que esperara 15 días más antes de desecharlas por si la familia se presentaba a retirarlas y pretendía cremarlas por su cuenta”.
Sin embargo, Alicia Silva, una de las hijas del paciente fallecido desmintió esos dichos. “Tengo una conversación grabada del martes a la noche con Jorge, que es un empleado de la clínica, en la que me confirma que el doctor Fernández Viña ya había mandado a cremar las piernas de mi papá. Y eso ya se lo mandé al fiscal”. Y concluyó: “No se lo cree nadie que entraron a robar a la clínica”,
Un duelo sin paz
José Luis Silva falleció el 28 de marzo como consecuencia de una trombosis aguda de la aorta. Pero antes de conocerse la triste noticia, su familia tuvo que pasar por situaciones inimaginables que rozan lo inhumano y lo perverso: no solo le pidieron a la familia que se hicieran cargo de las piernas amputadas sino que les exigieron 200 mil para pagarle al anestesista.
El diálogo que Liliana, una de las hijas de Silva, mantuvo con el empleado de la clínica que la llamó por teléfono roza lo tragicómico. Su reacción tras la amputación fue inmediata y sin filtro. “¿Usted me está jodiendo, no?”, fue su primera respuesta. “No tengo forma de ir, mi papá está internado nuevamente y no lo puedo dejar solo. ¿Qué quiere? ¿que le mande una moto a buscarlas?”, contestó, sarcástica.
Ahí fue cuando el empleado le sugirió que contratara un servicio de sepelio. “Mi dijo que ellos se encargarían de cremar las piernas y guardarlas en una urna. ‘Así, el día que tu papá muera se pone todo junto en el cajón’, me explicó sin pudor el señor cuando yo todavía no podía salir del shock”, recordó Liliana.
Entre la bronca y la impotencia, la mujer no se quedó callada y redobló la apuesta: “Si me lo hubiesen dicho cuando mi papá estuvo internado allá, quizás me las traía y las enterraba en el fondo de mi casa”. Parecía una conversación surrealista.
Después de todo ese intercambio delirante, Liliana se comunicó con la delegación de PAMI de San Pedro donde le explicaron que ella no tenía que ir a retirar nada. “Se tiene que hacer cargo la clínica”, le aclararon. Y cuando la familia pensaba que finalmente así había sido, surgen nuevas y tremendas sospechas sobre la actitud del establecimiento.
“Es muy triste y doloroso lo que estamos viviendo. Ojalá se aclare todo esto. Todavía no podemos hacer un duelo en paz”, se lamentó la hija del paciente fallecido
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