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Hoy, el presidente Javier Milei arribó a Italia desde Israel para encontrarse con el Papa Francisco. Antes de tomar el vuelo hacia Roma, el mandatario rezó y bailó en el Muro de los Lamentos, el lugar más sagrado para la religión judía. Además, realizó un gesto personal al visitar el Santo Sepulcro, considerado el sitio de la resurrección de Jesús hace más de 2.000 años. Ambos líderes se cruzaron durante la campaña electoral, y la audiencia del próximo lunes en la Biblioteca del Palacio Apostólico está destinada a ser el cierre formal de una compleja disputa política que ambos dejaron atrás.
Acompañado por su hermana, Karina Milei, el presidente aterrizó en la capital italiana en un vuelo comercial a las 10:30, hora argentina (14:30, hora local). Esta etapa marca el final de su gira por Medio Oriente y Europa antes de regresar a Buenos Aires, donde las diferencias políticas entre la Casa Rosada y la oposición están en aumento.
Milei concluyó anoche su encuentro con los familiares de los secuestrados por el grupo terrorista Hamas y, de manera inesperada, se desvió hacia el Muro de los Lamentos en lugar de dirigirse al hotel King David. El presidente quería rezar por última vez frente al Kotel e intentó pasar desapercibido como un creyente más en la histórica ciudadela de Jerusalén.
Acompañado por el rabino Shimon Axel Wahnish, embajador designado en Israel; el rabino Simón Jacobson, miembro clave del movimiento Lubavitch; Richard Kaufman, guía de turismo en Israel; y el rabino Pinjas Sudry, Milei rezó en paz. Cuando se dirigían a los autos oficiales, Milei fue descubierto por un grupo de rabinos y comenzó una inédita y espontánea celebración judía, levantándolo en andas mientras se cantaba frente al Muro de los Lamentos la historia de cómo el Rey David derrotó a Goliat.
Milei y Francisco se encontrarán por primera vez durante la ceremonia de canonización de “Mamá Antula”, que tendrá lugar el próximo domingo en la Plaza San Pedro. Al día siguiente, el Presidente y el Santo Padre se reunirán a solas a las nueve de la mañana según los relojes del Vaticano.
El jefe de Estado llegará al Patio San Damaso del Palacio Apostólico junto a la canciller Diana Mondino, la ministra de Capital Humano Sandra Petovello, el ministro del Interior Guillermo Francos, la secretaria General de la Presidencia Karina Milei, el futuro secretario de Culto Francisco Sánchez y el rabino Axel Wahnish, embajador designado en Israel.
Francisco fue elegido papa en 2013 y, durante once años de pontificado, ha recibido a los presidentes Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández.
En la primera audiencia con cada uno de estos mandatarios, el Papa escuchó sus programas de gobierno, sueños y expectativas. A lo largo de este tiempo, Francisco ha dejado entrever sus expectativas y ha marcado sus líneas rojas de manera sutil. Esta delegación oficial involucra tres situaciones políticas: la falta de un embajador ante la Santa Sede, aún no designado; la presencia del embajador ante Israel, un hecho sorprendente para el Vaticano; y la presentación del secretario de Culto, Francisco Sánchez, que ha expresado opiniones despectivas sobre el Papa.
Este ritual papal, una creación intelectual de Jorge Bergoglio al servicio de Francisco, se repetirá con Milei. El Santo Padre no realiza exámenes ni emite juicios de valor, pero presta atención al discurso del otro y ajusta su mirada a los tiempos vigentes. A este presidente le corresponde mejorar la economía, reducir la pobreza y restaurar la fe de la sociedad en la democracia.
Milei es consciente de la importancia de esta experiencia histórica y ha demostrado tener un vínculo especial con las religiones. A pesar de haber sido católico en su infancia, el jefe de Estado busca establecer una relación personal y política profunda.
Durante su estancia en Italia, el presidente residirá en la embajada argentina, mientras que su comitiva se hospedará en un hotel tres estrellas ubicado a pocos metros de la sede diplomática. El ajuste del Estado coloca a Milei en una paradoja histórica al dormir en la habitación que usó Evita durante su viaje a Europa en 1947.
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