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Las rusas (y los rusos) ya no vienen. Es más: se están yendo. Según los registros de la Dirección Nacional de Migraciones (DNM), que lidera Florencia Carignano, desde el 1 de enero de 2022 hasta la semana actual, entraron a la Argentina 34.797 ciudadanas y ciudadanos rusos y se fueron 25.768. O sea, de casi 35.000 que llegaron, sólo se quedaron en la Argentina 9.000. La nueva tendencia se debe a que Migraciones ya no otorga radicaciones de manera casi automática, sino que realiza estudios socioambientales para ver si efectivamente el que está pidiendo radicación se queda en el país o es sólo una maniobra para pedir el pasaporte argentino. Y el resultado está a la vista: pocos venían a quedarse, el objetivo era el pasaporte. De hecho, Migraciones sólo otorgó 597 radicaciones permanentes y 402 radicaciones temporarias, pasos previos a que se puedan nacionalizar y obtener el pasaporte argentino. Como se sabe, el documento es recibido ampliamente en el mundo, mientras que el pasaporte ruso es un enorme obstáculo para entrar en los países y todavía más para conseguir trabajo.
Página/12 consultó con a integrantes de la comunidad rusa y todos coincidieron en que la oleada es esa. Yegor Vasilkov, que lidera el blog de Telegram llamado Argentina en idioma ruso confirma que son más los que se van que los que vienen. “Hablando con uno de los transportes habituales, me dijo que se están yendo tres familias por semana y viene una sola”, le dijo a Página/12. Es apenas una muestra que se puede extender al conjunto.
Lo mismo cuentan en las maternidades de las clínicas y hospitales. En diciembre, la mitad de los nacimientos en el Hospital Fernández fueron de embarazadas rusas. En enero, los partos fueron un tercio del total y lo mismo sucedió en los hospitales Rivadavia y Durand. También se verificaba idéntica situación en algunas de las clínicas privadas más conocidas: como mínimo, entre el 20 y el 25 por ciento de las chicas que daban a luz provenían de Rusia.
Todo cambió. La proporción bajó en forma drástica. Según lo que le contaron las distintas fuentes a este diario, sólo son originarias de Rusia una de cada diez chicas que se atienden y en algunas maternidades no hay ninguna mujer que venga de las tierras de Vladimir Putin.
Como se recordará, había semanas en que cuatro vuelos –Ethiopian Airlines, Turkish Airways, Emirates y KLM– llegaban a Ezeiza con un altísimo porcentaje de mujeres y hombres rusos, siempre muchísimas más mujeres que hombres. Por ejemplo, venían 40 mujeres y 5 hombres. Esa era la proporción. Cuando se les preguntaba a qué venían, contestaban que a hacer turismo y daban direcciones de hoteles en los que después ni siquiera tenían reservas. Desde ya que todos los procesos migratorios, en especial cuando existe una guerra, tienen características tumultuosas.
En la comunidad rusa alegan que el regreso se está produciendo por distintos motivos:
*Afirman que “hay muchos decepcionados con el país. Piensan que los rusos no son bienvenidos aquí”. Vasilkov, desde su grupo de Telegram, hizo una encuesta a la que respondieron 1.400 rusos en Argentina. De los que contestaron, el 58 por ciento dice que no afrontó ningún hecho de rusofobia y otro 22 por ciento respondió: “más bien no”. El 12 por ciento dijo haber sufrido un episodio.
* ”Para algunos es difícil conseguir trabajo” “El idioma es un obstáculo muy complicado”.
*Una opinión inaudita que surge del blog de Telegram: “hay quienes piensan que si cambia el gobierno, las condiciones para los inmigrantes serán más fáciles”. Se ve que no registran el perfil de Juntos por el Cambio de hostilidad hacia la inmigración. El Frente de Todos, el gobierno actual y la jefatura actual de Migraciones han tenido una política muy abierta hacia los que llegan.
En Migraciones creen que lo decisivo no fue ninguno de los factores que se expresan en la encuesta sino un cambio puesto en marcha por el organismo: verificar de manera presencial si el que pide la radicación está en el país y dónde está. Además, la intervención de la jueza María Servini y el fiscal Federico Delgado también movió el avispero. La magistrada y el fiscal investigan la trama de los agentes que cobraban 15.000 dólares, a veces menos, a veces más, por cada operación global, es decir desde el parto hasta el pasaporte. No hay evidencias claras, al menos hasta ahora, de la existencia de delitos. Se allanaron varios departamentos en Puerto Madero, pero la causa –que está en secreto– no parece haber avanzado mucho.
Existe la sospecha de que el mecanismo que diseñaron algunos operadores rusos, en alianza con abogados y tal vez una parte de la justicia, consistía en una serie de pasos sucesivos:
*La embarazada llegaba sola o acompañada de su pareja.
*Daba a luz un bebé que, por la legislación nacional, es automáticamente argentino. Diferente a lo que ocurre en los países europeos, en que la nacionalidad es la de los padres. El bebé que nace en la Argentina tiene derecho a ser argentino.
*El paso siguiente era gestionar la radicación provisoria, luego la definitiva y finalmente conseguir la nacionalidad y el pasaporte argentino por ser padre y madre de un argentino.
*Como se sabe, el pasaporte argentino abre las puertas en 175 países, mientras que el ruso está en un momento crítico por la invasión a Ucrania. Esto es especialmente cierto en Europa y Estados Unidos. Para parejas de clase media, que no acuerdan con las políticas de Putín o que sienten que pueden ser convocados a prestar servicios en las fuerzas armadas rusas, la salida a la Argentina era una buena alternativa.
*La impresión es que, en verdad, no había radicación alguna. Después del parto se volvían a Rusia y dejaban un poder para que abogados argentinos siguieran todos los trámites. El manejo global lo hacían agentes-gestores con domicilio en Puerto Madero.
*La investigación sobre esos agentes, a cargo de Servini y Delgado, obligó a Migraciones a verificar si quienes pedían la radicación estaban o no en la Argentina.
*A partir de ese momento, Migraciones dispuso una visita y un estudio socioambiental de los peticionarios de la radicación. Eso bajó notoriamente la cantidad de radicaciones otorgadas: apenas 999.
En cierto sentido, está la idea de que se desarmó una maniobra ilegítima. “Entraban al país diciendo que venían por turismo, algo que no era verdad. Y después afirmaban que venían a quedarse, algo que tampoco resultó cierto”, razonan en Migraciones.
Queda también –al menos por ahora– la frustración de lo que parecía una corriente migratoria valiosa, desde una zona convulsionada del mundo a una zona que, afortunadamente, no registra conflictos bélicos. Y, al mismo tiempo, queda un reclamo de la comunidad rusa: piden que se acelere el trámite de los que efectivamente quieren quedarse a vivir en el país. La Argentina tiene legislación y también una tradición de cobijar a los inmigrantes y ya se sabe que el preámbulo de la Constitución lo dice en forma explícita: “asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
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