Aleksander Ceferin fue reelecto como presidente de la UEFA

Como Infantino en FIFA y Domínguez en Conmebol, el esloveno arranca su tercer mandato


El fútbol mundial mantiene su línea y sus hombres fuertes. Luego de las reelecciones de Alejandro Domínguez en la Conmebol y de Gianni Infantino en la FIFA, el esloveno Aleksander Ceferin también fue elegido para un tercer mandato al frente de la UEFA, en el congreso del organismo celebrado en Lisboa, Portugal.

Ceferin, de 55 años y único postulante en esta ocasión, llegó a la presidencia de la UEFA en 2016 tras la suspensión del ex futbolista francés Michel Platini y fue reelegido en 2019 en el congreso desarrollado en Roma. “Significa mucho para mi, es un gran honor y una gran responsabilidad”, dijo Ceferin tras su reelección.

El dirigente esloveno encara su tercer periodo en el cargo con la unidad, solidaridad y el mérito deportivo como bandera, después de un lapso condicionado por la pandemia de Covid, el intento de creación de la Superliga por parte de los clubes más poderosos del continente y la guerra de Ucrania.

Nacido en Grosuplje, a 20 kilómetros al sudeste de Liubliana, Ceferin se convirtió en el séptimo presidente de la UEFA el 14 de septiembre de 2016, en unas elecciones forzadas por la inhabilitación de la FIFA de Platini, que había sido reelegido para un tercer mandato en UEFA en marzo de 2015.

Ceferin derrotó entonces al neerlandés Michel Van Praag, presidente del Ajax de Países Bajos, por 42 votos frente a 13, y desde su discreta posición pasó a ser indiscutible y reelegido por aclamación el 7 de febrero de 2019. Más allá de su gestión en favor de su continente, el esloveno es un socio estratégico de la Conmebol y de Alejandro Domínguez, el titular del organismo. En el marco de esa alianza, ambos dirigentes llevaron adelante el proyecto de disputar la Finalissima entre los campeones de ambos continentes y certámenes similares a nivel juveniles, futsal y fútbol femenino.

Llegó al cargo con fama de competente e íntegro, sobre todo por prolongar la tradición paterna de defender a las víctimas sin recursos de violaciones de los derechos humanos, como lo hizo en 2006 cuando representó a una familia gitana expulsada de su localidad de origen en Eslovenia por presiones de los vecinos.

En 2022 contó que tras la invasión rusa a Ucrania recibió a un jugador ucraniano en su casa y pasó dos días al teléfono tratando de ayudar a salir del país a futbolistas y entrenadores para huir de una guerra en la que cree que “nadie será el ganador” y, opina, “todos perderemos de una u otra forma”.

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